El día empezó temprano -relativamente- porque eso de trabajar de día y beber de noche hace que despertarse en la mañana sea más bien difícil, además que siempre tenemos problemas para encontrarnos. Finalmente a eso de las 10:30 am comenzamos con nuestro trabajo de campo.
Hablamos con Oscar Salgado, quien trabaja con una báscula pesando a la gente en la plaza botero, grita y aplaude atrayendo a la gente; él, muy buena gente, comenzó a hablar con nosotros y resultó ser uno de los porteros de la UPB y pues terminó recomendándonos que siempre lleváramos el carné en la mano para poder ingresar a la universidad. Luego Hablamos con otros rebuscadores del centro, el que vende tarjeticas de amor, el señor que trabaja transcribiendo documentos en la máquina de escribir y hasta con poema resultamos. Vimos que muchos de ellos trabajan en esto hace muchísimo tiempo, algunos hasta hace más de 20 años porque así les toco desde pequeños o simplemente porque llego el día en que no encontraron mas oportunidades de trabajo y ahora se dedican al oficio que pudieron encontrar, como es el caso de don Javier, quien fue profesor de matemáticas y español en una época y ahora trabaja en los alrededores del palacio de la cultura, con su máquina de escribir.
Trabajamos en eso el resto de la mañana, hasta que llego la hora de hablar con los profes.
Comenzamos a explicar de qué se trataba el proyecto y lo que pensábamos hacer, pero el proyecto no convenció a nadie, ni a los profes, ni a algunos de nuestro mismo grupo. Era un trabajo muy superficial, no tenia fondo ni objetivo claro, era flojo y como dijo Trilnick un trabajo como maricón.
Luego de semejante corrección, terminamos sin ánimo, sin ganas, sin tema, algunos con rabia, otros decepcionados, muy preocupados y con una nueva integrante (no todo podía ser malo). Decidimos ir a sentarnos, a pensar y replantear tooooodo el proyecto pero no surgían ideas, aun estábamos aturdidos por la reunión con los profesores, aunque Bárbara (la niña nueva) llego con mucho ánimo y bastante experiencia en esto de crear reacciones en la gente y nos dio algunos ejemplos de lo que había hecho y cómo podríamos trabajar, pero pasaba el tiempo y seguíamos sin tema; leímos el periódico, hablamos de posibles lugares, posibles temas pero nada nos convenció. A Johana se le ocurrió llamar a un antropólogo amigo de ella y pedir auxilio, fue él quien nos contó de la problemática que había en el Cerro el volador. Al principio no nos convenció mucho, seguíamos aburridos y mejor nos fuimos a almorzar. Cuando volvimos de comer nos fuimos al cerro a ver qué era lo que pasaba, a hablar con la gente, conocer el sitio y a ver si se nos ocurría algo.
Luego de bajarnos del taxi de la muerte (la velocidad, lo atravesado del conductor y las motos pueden poner nervioso a cualquiera) ya viendo el lugar, hablando con la gente, investigando, empiezan a surgir ideas y decidimos trabajar entonces con el Eco parque Cerro el Volador.
Al final del día hablamos de nuevo con los profesores, quienes quedaron mucho mas contentos con este tema, al menos ya habia algo interesante que mostrar, igual eso es solo una preocupación menos porque aun no esta muy definido como vamos a involucrar a la gente y propiciar una interacción, pero ahí vamos y lo mejor de todo es que el ánimo volvió al grupo.
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